jueves, 29 de noviembre de 2012


LA CHEPACORINA



Esta panadería fue fundada en el año 1978 por el señor francisco Díaz tras el legado que le dejo su gran amiga la señora Josefa corina que fue la de hacer las chepa corina con su fórmula secreta la cual hasta el momento no la sabe nadie sino solo el no nos olvidemos que hoy en día estas galletas y panochas chepacorinas son reconocidas en Colombia y en varios países de Sudamérica


LA FAMILIA CARMERA, UNA VISION POLISEMICA


La peculiaridad del Carmero exige que se estudie su cultura en todos sus aspectos, por lo que en este documento solo abordamos a la familia camera como parte de ese recorrido, tangencialmente tratado por otros autores.

La rica y diversa expresión vernácula carmero, dista mucho de lo soso y pusilánime de otras regiones colombianas que hace a los primeros proactivos en muchas facetas de las artes comunicativas y otras cualidades que cohesionan y perpetuán el sabor camero, como: la extroversión, buen humor, dimensión histriónica que mitiga las calamidades que históricamente han debido sortear y en últimas singulariza la etopeya familiar a la cual nos referiremos.

La unidad familiar es muy arraigada no solo entre los miembros de la primera progenie, sino en nietos, primos y sobrinos que pueden vivir bajo el mismo techo y hasta depender económicamente de la misma persona. Suelen “recoger” y educar a vecinos o sobrinos que han quedado huérfanos o solos, por lo que no hay gamines costeños; es la antítesis del paradigma de la ley de la selva de otras sociedades             insensibles, donde “El más fuerte, se come al más débil” son embargo, si los seres humanos convertimos nuestro mundo en una selva, es probable que tarde o temprano no se salve ningún ser humano[1], las familias esta abiertas a la             sociedad y participan activamente en acciones solidarias comunitarias[2]

En el hogar la autoridad es el padre, la cual nunca puede ser refutada, pero la mujer tiene toda la responsabilidad en lo referente a la educación de los hijos, conducirlos a través de la vida, imponer las pautas y conductas éticas y morales. Los ancianos son respetados y acatados son dadores de consejos. El individuo desde niño se identifica con sus padres en los lineamientos sociales y políticos, un niño sabe a qué grupo político pertenece lo mismo que su estrato social; muchos consideran que el futuro esta trazado y toman la vida con resignación, les importa poco su pasado y su historia; viven una vida insulsa “una vida sin preocupación, sin angustia, sin inquietudes, ni         interrogantes, desarrolla un apego por lo cercano, lo propio, lo fácil, lo         cotidiano; desechando lo extraño, lo difícil, cayendo en la más espantosa        simplicidad y facilidad”[3] Por lo que se identifican plenamente con las telenovelas que les absorbe un porcentaje importante de su tiempo libre y útil.
 
El matrimonio es poco usual, podríamos afirmar que carece de importancia, solo las clases pudientes se casan, entre las clases de menos recursos impera la unión libre, la cual se inicia entre parejas muy jóvenes, frecuentemente hombres de 20 años con niñas de 15 “se salió” o “se la sacó  a vivir”, son las expresiones comunes, por ende estas uniones inestables en lo económico más que en lo afectivo, tienen tasas de fracaso muy altas con madres solteras que pululan en toda la región; la joven busca una nueva pareja para mejorar su condición, pero esta nueva relación termina, encontrando madres con hijos con sendos apellidos o que solo llevan el apellido materno por que el padre no lo reconoce. Este fenómeno de madres con hijos y soltera no es óbice para que esta siga siendo virtuosa.

En antaño era costumbre que los hijos naturales, es decir aquellos concebidos sin el vínculo del sacramento del matrimonio, tomaban el apellido de la madre o en su defecto primero el de la madre y después el del padre. Ello tenía sus limitaciones, por ejemplo, no podían ser sacerdotes los hijos naturales. Uno de los hijos naturales más famoso fue el poeta Diógenes Arrieta (abuelo de Amira Mac Gregor de la Rosa) cuyo apellido debió haber sido Bustillo Arrieta.

Actualmente ha habido un cambio de concepción y la mujer desea continuar siendo soltera y se embaraza sin pretender que el “padrote” aporte apellido o la ayude económicamente; valdría la pena hacer un estudio sociológico al respecto, que podría atañerse a la crisis de valores que ha infiltrado la intimidad filosófica de la personalidad no solo del camero  sino de la mujer colombiana y latina. En Europa optan por nunca concebir y vivir con mas holgura; si bien es cierto que las familias muy numerosas de diez o mas hijos tiende a desaparecer y ahora solo se aspira a máximos tres hijos, algunas mujeres ansían siempre el ultimo retoño con deseos inusitados y paren varios hijos hasta que su querer se cristaliza cuando Dios le otorga el niño o la niña deseada. Con las limitaciones económicas de nuestra gente y con los programas de planificación familiar, los índices de natalidad son cada vez más bajos.

La bigamia y poligamia es una parte importante de los cánones machistas del costeño y encontramos hombres con muchos hijos sin una paternidad responsable, entre las     imágenes tradicionales de género que circulan en las escuelas, encontramos la            que denota a un hombre “mujeriego” e infiel como expresión de virilidad entre            pares varones[4], otro autor dice: El machismo es el mito de la superioridad y de     la autoridad natural del hombre sobre la mujer. Aparte de sus aspectos    folclóricos, este mito está vigente… se desarrolla como una ideología opresora que se expresa en muchos tipos de actitudes y comportamientos,       particularmente en las esferas económicas, laboral y sexual. La superioridad del       macho que es la esencia del mito, se manifiesta en estos planos y en muchos otros, en los que el arquetipo del varón llega a ser, mímicamente, el hombre     duro, dominante, autoritario, valiente, agresivo, paternal, seguro de sí mismo, seductor, polígamo y naturalmente infiel. Se contrapone a este fenómeno el             mito de la feminidad sumisa.[5] Concluyendo que la tendencia de la mujer carmera  es solo tener dos hijos, el promedio en el hombre es mucho mayor, entendible por la alta tasa de mortalidad en hombres menores de 30 años producto de la violencia y los riesgos laborales, aunque estadísticamente existe paridad en el numero de hombres y mujeres según los censos del D.A.N.E. paradójicamente en los municipios de Departamento de Bolívar, excepto Cartagena, el numero de hombres es mucho mayor que el de mujeres   la practica cotidiana refleja otras variables. Cabe resaltar que estos hijos tienen iguales derechos y pueden vivir bajo el mismo techo.

En párrafo anterior hablamos de las practicas anticonceptivas, a veces, sobre todo en la provincia y áreas rurales son cuestionadas por los tabúes en torno a estas tales como que las pastillas se acumulan en la matriz, que la mujer pierde la “gustadera”[6] o se vuelve “cachona”[7] o que se engorda o se pone flaca como un carrao.[8]

En la provincia, en áreas rurales y en los barrios que circundan las ciudades, la vivencia lúdica del niño es corta, ya que tiene que volcarse desde corta edad hacia las labores del campo y muy pronto como trabajador aumenta el ingreso familiar inicialmente y luego encontrando la independencia económica, dándole pie para buscar pareja, olvidando en las mas de las veces que existe un aula escolar, pasando de niño a adulto o por decir mejor a niño adulto.

El arraigo ancestral a sus convicciones, heredada de generación en generación, ha mantenido incólume las tradiciones y los rasgos culturales, tales como: los valores sociales y morales, entre ellos el machismo, la sinceridad, el carácter alegre y parrandero, el bullicio, la laboriosidad a veces puesta en tela de juicio por otras sociedades colombianas que creen que en la costa todo es baile, bulla, parranda, sancocho y ron; otros valores como el estoicismo para ver perder sus cosechas, la malicia indígena, la responsabilidad, y la virginidad que era considerada hasta hace poco un tesoro valioso preservado al ser amado.

La figura del compadrazgo (padrino de bautizo) es muy arraigada y forman parte del estrecho núcleo familiar, al compadre se le respeta, a veces aseveramos: “es mi compadre sacramento”; este es buscado como padrino dentro de la misma familia, amigo cercano o vecinos y esta cohesión perdura toda una vida. Dentro del compadrazgo existe lo que se llama “padrino puerta de iglesia”, casi siempre recae en personas de menor edad que se encargan de llevar y posteriormente cargar al bautizado una vez terminada la ceremonia en la puerta de la iglesia, mientras los adultos van a celebrar casi siempre en casa de los padres del bautizado.

La confianza de la familia costeña producto de la informalidad inmersa en su personalidad colectiva, genera una serie de vivencias, como la de mandar razones (mensajes o recados), o dinero a otras personas con la certeza que la encomienda llegará  a feliz término; la palabra empeñada es sagrada, solemos decir “palabra de gallero”, porque en la pelea de gallos se hacen apuestas y se sellan solo con la adusta palabra del interlocutor, es una contrato verbal que nunca se rompe y siempre se cumple a cabalidad; lo  equivalente es jurar y besar la tierra como expresión que se va a cumplir. Como extensión de esta experiencia, vemos como en la fila de los bancos cualquiera entrega su consignación a un conocido para que este le haga el favor.

Actualmente en los colegios se informa mucho y se forma poco, desvirtuando paulatinamente el querer de una sociedad, que cada día es más alienante, el enriquecimiento espiritual es un concepto obsoleto y ahora nuestros jóvenes no los motiva una conducta que no vaya a generar ingresos económicos, prima el arribismo, la ganancia fácil, como lo sucedido con las llamadas pirámides como DMG o DRFE (dinero rápido fácil y efectivo); el chance y la boletica es un patrón de conducta tan incorporado que a guisa de los buenos días, ahora se pregunta “en que jugó”, llegar a la cima aun pisoteando las libertades de congéneres, la dilapidación del erario público, el narcotráfico son otros de los flagelos que se han cernido en la sociedad y la familia costeña del siglo XXI; hoy, más que nunca, hace falta con los ojos bien abiertos, estar     atentos a comprender los sueños y utopías de los y las jóvenes, se apuesta a la         buena y bella vida, para diseñar con ellos y ellas líneas de fuga… ahora dicen   con fuerza: ya no hay límites, vamos a crear otros mundos.[9]  

La cultura ha potenciado el “Hombre macho, blanco, heterosexual, depredador y guerrero” el cual se ha convertido en modelo ejemplar y de éxito. La economía global más que producir bienes o servicios, construye individuos de consumo jalonados por el afán de lucro: la solidaridad y el reconocimiento desaparecen            de plano en el ejercicio cotidiano mientras la fuerza agenciada por el sujeto en cuestión dirime los conflictos por la vía de hecho.[10]   

En lo cotidiano se ha construido un argot que enriquece el idioma, expresiones como: vaina, mamadera de gallo, ventolera, chaplandán, vaca loca, mierdero, vacilón, bacón, tirria, tibiritabara, tropelín, tramojaso, pinta, tembleque, tanganaso, cantaleta, sesón, churria, cuba, sabiondo entre otras, son muestras fehacientes de la dinámica social del idioma; la gente acostumbra llamarse por remoquetes o mencionando el nombre o apodo de la persona o conviviente, por ejemplo, el negro de Hilda, el marido de Ruperta, el ñato de Minga; o heredan los apodos: el hijo de pisinga, los peajediondo, los bangaño, etc.

Las creencias populares son múltiples, se cree en el mal de ojo, para lo cual se acude al rezandero que con cogollos de matarratón y oraciones le saca el mal, siendo visible el efecto ya que las hojas se marchitan. A los niños se les coloca mates con avalorios fabricados por brujos o alicornios indígenas, estos últimos se escogen echándoles limón y si se mueven es por que están vivos y cumplen el efecto deseado, todo lo anterior es para contrarrestar el mal de ojo.

Aun se sigue creyendo en apariciones y espantos, en manito lara, embrujos. Purgas y filtros para el amor. Los brujos leen el futuro en el guarrú del café volteando el pocillo una vez se bebe su contenido, en la ceniza del tabaco, en la mano como las gitanas, preparan y venden brebajes, también se expende en tiendas especializadas para tales fines productos de la industria nacional, entre esos menjurges anotamos: hueso de talón rayao, buscamarío, buena suerte, don dinero, arrebata macho, etc.

La muerte es importante en la cultura carmera, muy arraigada en la familia es el velorio por nueve días contados a partir no de la muerte y velación cuerpo presente sino desde el día del entierro por lo que el levantamiento del velorio a veces es doce días y más desde el momento del deceso ya que se prepara el cadáver mientras se espera alguno de los dolientes que residen en Venezuela y el exterior o en otras regiones del país.

El velorio es un encuentro de amigos, familiares y vecinos que consta de dos áreas importantes, en la sala de la casa del difunto están las mujeres que hacen el rosario noche tras noche y en la puerta y el patio se encuentran los hombres que se distraen contando chistes, tomando tinto, fumando, y de vez en cuando un trago para calmar el frío de la madrugada. El ultimo día del velorio se hace el levantamiento del mismo y se contratan a rezanderos de profesión, los cuales dan un toque muy personal a cada levantamiento, comentándose al día siguiente lo aburrido o lo animado que estuvo la novena noche del difunto, por el entusiasmo que le puso “fulanito” al levantamiento, también se chismorrea sobre la comida brindada que dependiendo de los ingresos del difunto, esa noche se matan gallinas, pavos, cerdos o reses, además, del atavío de los asistentes que acuden emperifolladas previa asistencia al salón de belleza, y luciendo prendas con el último grito de la moda.

El altar del velorio se construye en la sala de la casa, consta de una mesa pequeña con un mantel blanco, en la pared se coloca una tela blanca que frecuentemente es una sabana y un cuadro del santo de devoción, tales como la virgen del Carmen, San Martín de Loba, Cristo resucitado, etc. Sobre la mesa se coloca un crucifijo que casi siempre lo presta quien vende el cajón, entre dos velas encendidas y un vaso con agua para que el difunto beba, adornado además con flores. Estos elementos el día del levantamiento se van quitando uno a uno con su oración específica, su consabido golpe de mesa, las maniobras histriónicas de la rezandera al olor del incienso, hasta que declaran el alma difunta para que no pene.

Al muerto antes de colocarlo en el ataúd se viste con la mejor ropa, a veces sin estrenar y conservado guardado celosamente para esa ocasión, se coloca cal en el fondo del cajón, los brazos entrecruzados en el pecho o paralelos al cuerpo. Se les coloca una cinta alrededor de la barbilla y la cabeza para cerrar la boca del difunto y se le cierran los ojos, esto último se hace exactamente lo contrario en difuntos muy pequeños (angelitos), colocándole unos palitos verticales en los ojos para mantenerlos abiertos como lo describiera muy bien García Márquez en su cuento “alguien desordena estas rosas” escrito en 1951.[11]
El sepelio se anuncia en carteles con la fecha y hora programada y aparecen consignados los que invitan, evento aprovechado por algunos políticos para hacer proselitismo al aparecer como invitadores. Media hora antes de la hora señalada sale el féretro de la casa para la iglesia católica o protestante según el caso; es el momento en que los familiares aumentan el tono de los llantos con alaridos dependiendo de la clase social del difunto; es lo mismo que ocurrió en el velamiento cuando arribaba un familiar que residía fuera de la ciudad. Es que al muerto hay que llorarlo a moco tendido, para dejar constancia de que se le quería mucho.

El féretro es cargado en andas o en el hombro por los hijos y familiares más allegados y se dirigen a la iglesia central. En El Carmen de Bolívar, si esta está entre la casa del difunto y el cementerio van directamente, hacia ella, pero en caso que la misa se verifique en la iglesia del barrio abajo y la casa del difunto este mas abajo que la iglesia central, se le hace un recorrido especial subiendo dos cuadras y posteriormente bajando por otra calle para no pasar dos veces por el mismo lugar, ya que se corre el riesgo que el alma quedare penando.

 Entre otras creencias encontramos: cuando canta la lechuza es que alguien va a morir, una mariposa negra que entra a la casa se interpreta como algo similar; un abejorro entrando a la casa o cuando la candela de la leña hace sonidos como un canto, es signo de visita; cuando hay tempestad o una visita no es agradable se coloca una escoba volteada tras la puerta para que amaine o se vaya respectivamente; si la visita mete la silla o el taburete que se le brindo, al irse, se queda, es decir, no contrae matrimonio; el numero impar de morrocoyos en el patio es causal de buena suerte, cuando nos rasca la mano es dinero que vamos a recibir.

El santoral eclesiástico no es ajeno a la vivencia folclórica de la familia costeña, se acude a santos y beatos milagrosos como el doctor José Gregorio Hernández. Como herencia medieval se invocan santos específicos para algunos males o dolencias como, San Blas para el hipo, Santa Lucía para la ceguera, San Antonio para conseguir novio, San Ramón Nonato para el buen parto a quien colocan su imagen boca abajo y apenas pare la señora se voltea y se le enciende una vela, al Divino Niño, al Sagrado Corazón, etc.

Dentro del perfil polisémico de la familia carmera  no podemos olvidar la cría de aves de corral en los patios y la cría de gallo fino para pelea, el tener pájaro en jaula y salir a cogerlos en las fincas circunvecinas para escuchar su trinar matutino, que con toda una gama de colores y cantos embellecen el entorno florido de los patios costeños aunado a la delicia de la frescura que ello les otorga. Una cultura diametralmente a la paz y al sosiego, es la costumbre de encender a todo volumen los pick up en las puertas de las casas que a veces no dejan dormir al vecino sino en horas de la madrugada cuando bajan el tono y colocan rancheras para amanecer tomando en las terrazas de las casas, cualquier día de la semana y celebrando los goles del Junior de Barranquilla o el grado de bachiller o un cumpleaños, en ultimas cualquier excusa es buena para tomar, parrandear y hacer bulla; mientras el marido bebe con sus amigos su mujer le prepara un sancocho de gallina o un trifásico (sancocho con tres tipos de carne: cerdo, pollo, res salada) o en su defecto brindan una pava (con ingredientes como ají chivato, suero, cebolla y tomate picados y yuca nueva) lo cual se mide su picantura de acuerdo al número de ajíes que usaron, hablándose entonces de una pava de cinco o de siete o más que pica hasta el alma.

Dejamos otros aspectos importantes en el tintero como los quinceañeros, los grados, los bautizos, las cometas, las figuras en hilos, la carrumba o tártaras y los disimiles cantos, rondas, juegos infantiles y arrullos que sirven para unir a la familia en las noches de penumbra, las cuales han sido desplazados por la televisión y el computador. Un capitulo aparte como lo es la familia costeña en calidad de desarraigada o desplazada, será tema de otra conferencia.  

Concluimos que el aporte de la familia camera siempre ha enriquecido el folclor nacional, ha mantenido cohesionado el núcleo a pesar de las vicisitudes que ha tenido que sortear los últimos cuatro lustros y que como sociedad abierta al cambio no ha encontrado una identidad que es lo que paradójicamente nos identifica, la falta de identidad.



CONOZCAN UN POCO DE MÍ


Me llamo El Carmen de Bolívar y fui fundado el 6 de agosto de 1776 por el  teniente de infantería Don ANTONIO DE   LA TORRE Y MIRANDA, quien nació en Villada, municipio de la provincia de Palencia España, el 27 de Diciembre de 1734. Fueron sus padres JACINTO DE LA TORRE Y MARIA DE MIRANDA. Sirvió este oficial en el real ejercicito español en calidad de soldado distinguido entre los batallones de Morivia y mediante comisión impartida por el gobernador de Cartagena de Indias, Don JUAN DE TORREZAL DIAZ DE PIMIENTA y legalizo mi fundación con el nombre de El Carmen de Bolívar.
Fui habitado por los indios Melibues, farotos y piletas descendientes de la gran “familia Caribe”.
Me encuentro en la margen izquierda del arroyo alférez al pie  del valle denominado “Montes de María” en el centro del departamento de Bolívar.
Soy un municipio que practica la agricultura y la ganadería.
El tabaco es mi principal producto de explotación, además tengo otros productos que son: aguacate, ñame, yuca, plátano y maíz.
Las gentes de  El Carmen de Bolívar son muy amables, hospitalarias y acogedoras, los principales eventos folclóricos son las carreras de caballos, los carnavales celebrados en el mes de febrero que gozan de innumerables actos públicos como son la lectura del bando, templetes, carrozas y otras que son acompañadas por un sin numero de personas alegres, que son como tradición usan disfraces coloridos que ponen de manifiesto su autenticidad como carmero.
Otro evento que hace parte de las tradiciones Carmeras es el festival tabacalero y de acordeón, donde todos los años acuden muchos compositores de toda la región para demostrar sus cualidades artísticas; es un evento fantástico donde se deja ver el talento de las gentes de nuestro pueblo Carmero.


La devoción de todos los Carmeros por la virgen, permite que se lleve a cabo anualmente una de las más grandes festividades; la fiesta de la virgen del Carmen, con el mismo espíritu cristiano desde hace mas de dos siglos, según la tradición las festividades de nuestra señora del Carmen se celebran los días 15,16 y 17 de julio.  





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