LA FAMILIA
CARMERA, UNA VISION POLISEMICA
La peculiaridad del
Carmero exige que se estudie su cultura en todos sus aspectos, por lo que en
este documento solo abordamos a la familia camera como parte de ese recorrido,
tangencialmente tratado por otros autores.
La rica y diversa
expresión vernácula carmero, dista mucho de lo soso y pusilánime de otras
regiones colombianas que hace a los primeros proactivos en muchas facetas de
las artes comunicativas y otras cualidades que cohesionan y perpetuán el sabor
camero, como: la extroversión, buen humor, dimensión histriónica que mitiga las
calamidades que históricamente han debido sortear y en últimas singulariza la
etopeya familiar a la cual nos referiremos.
La unidad familiar es
muy arraigada no solo entre los miembros de la primera progenie, sino en nietos,
primos y sobrinos que pueden vivir bajo el mismo techo y hasta depender
económicamente de la misma persona. Suelen “recoger” y educar a vecinos o
sobrinos que han quedado huérfanos o solos, por lo que no hay gamines costeños;
es la antítesis del paradigma de la ley de la selva de otras sociedades insensibles, donde “El más fuerte, se come al más débil” son
embargo, si los seres humanos convertimos nuestro mundo en una selva, es
probable que tarde o temprano no se salve ningún ser humano,
las familias esta abiertas a la sociedad
y participan activamente en acciones solidarias comunitarias
En el hogar la
autoridad es el padre, la cual nunca puede ser refutada, pero la mujer tiene
toda la responsabilidad en lo referente a la educación de los hijos, conducirlos
a través de la vida, imponer las pautas y conductas éticas y morales. Los
ancianos son respetados y acatados son dadores de consejos. El individuo desde
niño se identifica con sus padres en los lineamientos sociales y políticos, un
niño sabe a qué grupo político pertenece lo mismo que su estrato social; muchos
consideran que el futuro esta trazado y toman la vida con resignación, les
importa poco su pasado y su historia; viven una vida insulsa “una vida sin preocupación, sin angustia,
sin inquietudes, ni interrogantes,
desarrolla un apego por lo cercano, lo propio, lo fácil, lo cotidiano; desechando lo extraño, lo
difícil, cayendo en la más espantosa simplicidad
y facilidad”
Por lo que se identifican plenamente con las telenovelas que les absorbe un
porcentaje importante de su tiempo libre y útil.
El matrimonio es poco
usual, podríamos afirmar que carece de importancia, solo las clases pudientes
se casan, entre las clases de menos recursos impera la unión libre, la cual se
inicia entre parejas muy jóvenes, frecuentemente hombres de 20 años con niñas
de 15 “se salió” o “se la sacó a vivir”,
son las expresiones comunes, por ende estas uniones inestables en lo económico
más que en lo afectivo, tienen tasas de fracaso muy altas con madres solteras
que pululan en toda la región; la joven busca una nueva pareja para mejorar su
condición, pero esta nueva relación termina, encontrando madres con hijos con
sendos apellidos o que solo llevan el apellido materno por que el padre no lo
reconoce. Este fenómeno de madres con hijos y soltera no es óbice para que esta
siga siendo virtuosa.
En antaño era
costumbre que los hijos naturales, es decir aquellos concebidos sin el vínculo
del sacramento del matrimonio, tomaban el apellido de la madre o en su defecto
primero el de la madre y después el del padre. Ello tenía sus limitaciones, por
ejemplo, no podían ser sacerdotes los hijos naturales. Uno de los hijos
naturales más famoso fue el poeta Diógenes Arrieta (abuelo de Amira Mac Gregor
de la Rosa) cuyo
apellido debió haber sido Bustillo Arrieta.
Actualmente ha habido
un cambio de concepción y la mujer desea continuar siendo soltera y se embaraza
sin pretender que el “padrote” aporte apellido o la ayude económicamente;
valdría la pena hacer un estudio sociológico al respecto, que podría atañerse a
la crisis de valores que ha infiltrado la intimidad filosófica de la
personalidad no solo del camero sino de
la mujer colombiana y latina. En Europa optan por nunca concebir y vivir con
mas holgura; si bien es cierto que las familias muy numerosas de diez o mas
hijos tiende a desaparecer y ahora solo se aspira a máximos tres hijos, algunas
mujeres ansían siempre el ultimo retoño con deseos inusitados y paren varios
hijos hasta que su querer se cristaliza cuando Dios le otorga el niño o la niña
deseada. Con las limitaciones económicas de nuestra gente y con los programas
de planificación familiar, los índices de natalidad son cada vez más bajos.
La bigamia y poligamia
es una parte importante de los cánones machistas del costeño y encontramos
hombres con muchos hijos sin una paternidad responsable, entre las imágenes tradicionales de género que circulan en las escuelas,
encontramos la que denota a un
hombre “mujeriego” e infiel como expresión de virilidad entre pares varones,
otro autor dice: El machismo es el mito de la superioridad y de la autoridad natural del hombre sobre la
mujer. Aparte de sus aspectos folclóricos,
este mito está vigente… se desarrolla como una ideología opresora que se
expresa en muchos tipos de actitudes y comportamientos, particularmente en las esferas económicas, laboral y sexual. La
superioridad del macho que es la
esencia del mito, se manifiesta en estos planos y en muchos otros, en los que
el arquetipo del varón llega a ser, mímicamente, el hombre duro, dominante, autoritario, valiente,
agresivo, paternal, seguro de sí mismo, seductor, polígamo y naturalmente
infiel. Se contrapone a este fenómeno el mito
de la feminidad sumisa.
Concluyendo que la
tendencia de la mujer carmera es solo
tener dos hijos, el promedio en el hombre es mucho mayor, entendible por la
alta tasa de mortalidad en hombres menores de 30 años producto de la violencia
y los riesgos laborales, aunque estadísticamente existe paridad en el numero de
hombres y mujeres según los censos del D.A.N.E. paradójicamente en los
municipios de Departamento de Bolívar, excepto Cartagena, el numero de hombres
es mucho mayor que el de mujeres la
practica cotidiana refleja otras variables. Cabe resaltar que estos hijos
tienen iguales derechos y pueden vivir bajo el mismo techo.
En párrafo anterior
hablamos de las practicas anticonceptivas, a veces, sobre todo en la provincia
y áreas rurales son cuestionadas por los tabúes en torno a estas tales como que
las pastillas se acumulan en la matriz, que la mujer pierde la “gustadera” o se vuelve “cachona” o que se engorda o se pone
flaca como un carrao.
En la provincia, en
áreas rurales y en los barrios que circundan las ciudades, la vivencia lúdica
del niño es corta, ya que tiene que volcarse desde corta edad hacia las labores
del campo y muy pronto como trabajador aumenta el ingreso familiar inicialmente
y luego encontrando la independencia económica, dándole pie para buscar pareja,
olvidando en las mas de las veces que existe un aula escolar, pasando de niño a
adulto o por decir mejor a niño adulto.
El arraigo ancestral a
sus convicciones, heredada de generación en generación, ha mantenido incólume
las tradiciones y los rasgos culturales, tales como: los valores sociales y
morales, entre ellos el machismo, la sinceridad, el carácter alegre y
parrandero, el bullicio, la laboriosidad a veces puesta en tela de juicio por
otras sociedades colombianas que creen que en la costa todo es baile, bulla,
parranda, sancocho y ron; otros valores como el estoicismo para ver perder sus
cosechas, la malicia indígena, la responsabilidad, y la virginidad que era
considerada hasta hace poco un tesoro valioso preservado al ser amado.
La figura del
compadrazgo (padrino de bautizo) es muy arraigada y forman parte del estrecho
núcleo familiar, al compadre se le respeta, a veces aseveramos: “es mi compadre
sacramento”; este es buscado como padrino dentro de la misma familia, amigo
cercano o vecinos y esta cohesión perdura toda una vida. Dentro del compadrazgo
existe lo que se llama “padrino puerta de iglesia”, casi siempre recae en
personas de menor edad que se encargan de llevar y posteriormente cargar al
bautizado una vez terminada la ceremonia en la puerta de la iglesia, mientras
los adultos van a celebrar casi siempre en casa de los padres del bautizado.
La confianza de la
familia costeña producto de la informalidad inmersa en su personalidad
colectiva, genera una serie de vivencias, como la de mandar razones (mensajes o
recados), o dinero a otras personas con la certeza que la encomienda
llegará a feliz término; la palabra
empeñada es sagrada, solemos decir “palabra de gallero”, porque en la pelea de
gallos se hacen apuestas y se sellan solo con la adusta palabra del
interlocutor, es una contrato verbal que nunca se rompe y siempre se cumple a
cabalidad; lo equivalente es jurar y
besar la tierra como expresión que se va a cumplir. Como extensión de esta
experiencia, vemos como en la fila de los bancos cualquiera entrega su
consignación a un conocido para que este le haga el favor.
Actualmente en los
colegios se informa mucho y se forma poco, desvirtuando paulatinamente el
querer de una sociedad, que cada día es más alienante, el enriquecimiento
espiritual es un concepto obsoleto y ahora nuestros jóvenes no los motiva una
conducta que no vaya a generar ingresos económicos, prima el arribismo, la
ganancia fácil, como lo sucedido con las llamadas pirámides como DMG o DRFE
(dinero rápido fácil y efectivo); el chance y la boletica es un patrón de
conducta tan incorporado que a guisa de los buenos días, ahora se pregunta “en
que jugó”, llegar a la cima aun pisoteando las libertades de congéneres, la
dilapidación del erario público, el narcotráfico son otros de los flagelos que
se han cernido en la sociedad y la familia costeña del siglo XXI; hoy, más que nunca, hace falta con los ojos
bien abiertos, estar atentos a
comprender los sueños y utopías de los y las jóvenes, se apuesta a la buena y bella vida, para diseñar con
ellos y ellas líneas de fuga… ahora dicen con
fuerza: ya no hay límites, vamos a crear otros mundos.
La cultura ha potenciado el “Hombre macho, blanco,
heterosexual, depredador y guerrero” el
cual se ha convertido en modelo ejemplar y de éxito. La economía global más que
producir bienes o servicios, construye individuos de consumo jalonados por el
afán de lucro: la solidaridad y el reconocimiento desaparecen de plano en el ejercicio cotidiano
mientras la fuerza agenciada por el sujeto en cuestión dirime los conflictos
por la vía de hecho.
En lo cotidiano se ha
construido un argot que enriquece el idioma, expresiones como: vaina, mamadera
de gallo, ventolera, chaplandán, vaca loca, mierdero, vacilón, bacón, tirria,
tibiritabara, tropelín, tramojaso, pinta, tembleque, tanganaso, cantaleta,
sesón, churria, cuba, sabiondo entre otras, son muestras fehacientes de la
dinámica social del idioma; la gente acostumbra llamarse por remoquetes o
mencionando el nombre o apodo de la persona o conviviente, por ejemplo, el
negro de Hilda, el marido de Ruperta, el ñato de Minga; o heredan los apodos:
el hijo de pisinga, los peajediondo, los bangaño, etc.
Las creencias
populares son múltiples, se cree en el mal de ojo, para lo cual se acude al
rezandero que con cogollos de matarratón y oraciones le saca el mal, siendo
visible el efecto ya que las hojas se marchitan. A los niños se les coloca
mates con avalorios fabricados por brujos o alicornios indígenas, estos últimos
se escogen echándoles limón y si se mueven es por que están vivos y cumplen el
efecto deseado, todo lo anterior es para contrarrestar el mal de ojo.
Aun se sigue creyendo
en apariciones y espantos, en manito lara, embrujos. Purgas y filtros para el
amor. Los brujos leen el futuro en el guarrú del café volteando el pocillo una
vez se bebe su contenido, en la ceniza del tabaco, en la mano como las gitanas,
preparan y venden brebajes, también se expende en tiendas especializadas para
tales fines productos de la industria nacional, entre esos menjurges anotamos:
hueso de talón rayao, buscamarío, buena suerte, don dinero, arrebata macho,
etc.
La muerte es importante
en la cultura carmera, muy arraigada en la familia es el velorio por nueve días
contados a partir no de la muerte y velación cuerpo presente sino desde el día
del entierro por lo que el levantamiento del velorio a veces es doce días y más
desde el momento del deceso ya que se prepara el cadáver mientras se espera
alguno de los dolientes que residen en Venezuela y el exterior o en otras
regiones del país.
El velorio es un
encuentro de amigos, familiares y vecinos que consta de dos áreas importantes,
en la sala de la casa del difunto están las mujeres que hacen el rosario noche
tras noche y en la puerta y el patio se encuentran los hombres que se distraen
contando chistes, tomando tinto, fumando, y de vez en cuando un trago para
calmar el frío de la madrugada. El ultimo día del velorio se hace el
levantamiento del mismo y se contratan a rezanderos de profesión, los cuales
dan un toque muy personal a cada levantamiento, comentándose al día siguiente
lo aburrido o lo animado que estuvo la novena noche del difunto, por el
entusiasmo que le puso “fulanito” al levantamiento, también se chismorrea sobre
la comida brindada que dependiendo de los ingresos del difunto, esa noche se
matan gallinas, pavos, cerdos o reses, además, del atavío de los asistentes que
acuden emperifolladas previa asistencia al salón de belleza, y luciendo prendas
con el último grito de la moda.
El altar del velorio
se construye en la sala de la casa, consta de una mesa pequeña con un mantel
blanco, en la pared se coloca una tela blanca que frecuentemente es una sabana
y un cuadro del santo de devoción, tales como la virgen del Carmen, San Martín de
Loba, Cristo resucitado, etc. Sobre la mesa se coloca un crucifijo que casi
siempre lo presta quien vende el cajón, entre dos velas encendidas y un vaso
con agua para que el difunto beba, adornado además con flores. Estos elementos
el día del levantamiento se van quitando uno a uno con su oración específica,
su consabido golpe de mesa, las maniobras histriónicas de la rezandera al olor
del incienso, hasta que declaran el alma difunta para que no pene.
Al muerto antes de
colocarlo en el ataúd se viste con la mejor ropa, a veces sin estrenar y
conservado guardado celosamente para esa ocasión, se coloca cal en el fondo del
cajón, los brazos entrecruzados en el pecho o paralelos al cuerpo. Se les
coloca una cinta alrededor de la barbilla y la cabeza para cerrar la boca del
difunto y se le cierran los ojos, esto último se hace exactamente lo contrario
en difuntos muy pequeños (angelitos), colocándole unos palitos verticales en
los ojos para mantenerlos abiertos como lo describiera muy bien García Márquez
en su cuento “alguien desordena estas rosas” escrito en 1951.
El sepelio se anuncia
en carteles con la fecha y hora programada y aparecen consignados los que
invitan, evento aprovechado por algunos políticos para hacer proselitismo al
aparecer como invitadores. Media hora antes de la hora señalada sale el féretro
de la casa para la iglesia católica o protestante según el caso; es el momento
en que los familiares aumentan el tono de los llantos con alaridos dependiendo
de la clase social del difunto; es lo mismo que ocurrió en el velamiento cuando
arribaba un familiar que residía fuera de la ciudad. Es que al muerto hay que
llorarlo a moco tendido, para dejar constancia de que se le quería mucho.
El féretro es cargado
en andas o en el hombro por los hijos y familiares más allegados y se dirigen a
la iglesia central. En El Carmen de Bolívar, si esta está entre la casa del
difunto y el cementerio van directamente, hacia ella, pero en caso que la misa
se verifique en la iglesia del barrio abajo y la casa del difunto este mas
abajo que la iglesia central, se le hace un recorrido especial subiendo dos
cuadras y posteriormente bajando por otra calle para no pasar dos veces por el
mismo lugar, ya que se corre el riesgo que el alma quedare penando.
Entre otras creencias encontramos: cuando
canta la lechuza es que alguien va a morir, una mariposa negra que entra a la
casa se interpreta como algo similar; un abejorro entrando a la casa o cuando
la candela de la leña hace sonidos como un canto, es signo de visita; cuando hay
tempestad o una visita no es agradable se coloca una escoba volteada tras la
puerta para que amaine o se vaya respectivamente; si la visita mete la silla o
el taburete que se le brindo, al irse, se queda, es decir, no contrae
matrimonio; el numero impar de morrocoyos en el patio es causal de buena
suerte, cuando nos rasca la mano es dinero que vamos a recibir.
El santoral
eclesiástico no es ajeno a la vivencia folclórica de la familia costeña, se
acude a santos y beatos milagrosos como el doctor José Gregorio Hernández. Como
herencia medieval se invocan santos específicos para algunos males o dolencias
como, San Blas para el hipo, Santa Lucía para la ceguera, San Antonio para
conseguir novio, San Ramón Nonato para el buen parto a quien colocan su imagen boca
abajo y apenas pare la señora se voltea y se le enciende una vela, al Divino
Niño, al Sagrado Corazón, etc.
Dentro del perfil polisémico
de la familia carmera no podemos olvidar
la cría de aves de corral en los patios y la cría de gallo fino para pelea, el
tener pájaro en jaula y salir a cogerlos en las fincas circunvecinas para
escuchar su trinar matutino, que con toda una gama de colores y cantos
embellecen el entorno florido de los patios costeños aunado a la delicia de la
frescura que ello les otorga. Una cultura diametralmente a la paz y al sosiego,
es la costumbre de encender a todo volumen los pick up en las puertas de las
casas que a veces no dejan dormir al vecino sino en horas de la madrugada
cuando bajan el tono y colocan rancheras para amanecer tomando en las terrazas
de las casas, cualquier día de la semana y celebrando los goles del Junior de
Barranquilla o el grado de bachiller o un cumpleaños, en ultimas cualquier
excusa es buena para tomar, parrandear y hacer bulla; mientras el marido bebe
con sus amigos su mujer le prepara un sancocho de gallina o un trifásico
(sancocho con tres tipos de carne: cerdo, pollo, res salada) o en su defecto
brindan una pava (con ingredientes como ají chivato, suero, cebolla y tomate
picados y yuca nueva) lo cual se mide su picantura de acuerdo al número de
ajíes que usaron, hablándose entonces de una pava de cinco o de siete o más que
pica hasta el alma.
Dejamos otros aspectos
importantes en el tintero como los quinceañeros, los grados, los bautizos, las
cometas, las figuras en hilos, la carrumba o tártaras y los disimiles cantos,
rondas, juegos infantiles y arrullos que sirven para unir a la familia en las
noches de penumbra, las cuales han sido desplazados por la televisión y el
computador. Un capitulo aparte como lo es la familia costeña en calidad de
desarraigada o desplazada, será tema de otra conferencia.
Concluimos que el
aporte de la familia camera siempre ha enriquecido el folclor nacional, ha
mantenido cohesionado el núcleo a pesar de las vicisitudes que ha tenido que
sortear los últimos cuatro lustros y que como sociedad abierta al cambio no ha
encontrado una identidad que es lo que paradójicamente nos identifica, la falta
de identidad.